Ayer,se viralizo un vídeo donde se ve la agresión de un grupo de personas a unos efectivos policiales, que causó mucha indignación, pero también despertó esa división que existe en nuestra sociedad y el mundo sobre la visión de la policía. No sí la policía tiene más o menos aprobación en las encuestas sobre su actuación, sino a una idea o conjunto de ellas, que definen el lugar que ocupan las fuerzas de seguridad en la sociedad.
Desde los defensores irracionales de la policía, hasta los que ven en las fuerzas de seguridad en enemigo de todos los tiempos, lugares desde donde no se puede construir ninguna visón que no resulte dogmática, en el medio hay una serie de visiones que tienen más o menos similitudes pero no pocas diferencias, sobre todo cuando analizamos a las fuerzas con la generalidad de la seguridad del Estado y su papel en una sociedad democrática avanzada que aspira a reducir el delito.
Lamentablemente esa visión no ha sido nunca la de los gobiernos uruguayos pos dictadura,ni parece ser ahora con éstos gobiernos nuevamente en el poder.
Hoy a la mañana se realizó a todas vistas un desproporcionado operativo en Rocha, en plena playa que vaya a saber que resultados tuvo. Más cuando no parece haber sucedido ni por asomo las aglomeraciones que en situaciones normales provoca el carnaval de la Pedrera. Y en ésas acciones entramos en esa visión que percibimos,tan variada que resulta. Porque en esos operativos, totalmente desproporcionados, es la propia institución que utiliza el número,la espectacularidad,la prensa y la modificación del artículo 38, para fortalecer esa visión de que la única forma que se respete la "autoridad" es mediante el despliegue del miedo, que se transforma en indignación muchas veces.
Lamentablemente el gobierno está convencido de que esa es la forma en que se debe gestionar la seguridad y que la primer respuesta tiene que ser la represión para el manejo de las situaciones en reuniones colectivas mientras dure la pandemia.
Sería fundamental que los partidos de oposición pidan informes técnicos de los fundamentos de semejantes operativos, cómo forma de dejar en evidencia el poco sentido de éste modo de gestión.
Nota aparte se refiere a todo el debate presente sobre la agresión a los efectivos policiales y en particular a la mujer policía. En ese sentido son claras las palabras de Fernando Pereira sobre la situación y cómo el movimiento sindical tiene qué abordar éstos temas. Recordemos que los funcionarios policiales son parte de la central y parte de la clase en primer lugar. Cualquiera que haya leído dos o tres libros de la orientación de izquierda que sea lo tiene claro.
Porque esa visión que pone en palabra Pereira, es la sociedad que los que defienden a la policía irracionalmente reclaman, el del respeto a la institución policial, una sociedad democrática avanzada, pero que a diferencia de los irracionales, la gestión de la seguridad está dentro de esa visión democrática que busca la libertad y no el uso del miedo.
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