domingo, 28 de septiembre de 2014

Hombres eran los de antes


Estamos nuevamente acá para seguir batallando en esta cruzada contra la perdida de los valores que nos distinguían del sexo femenino.

Hoy vamos a hablar de una conducta deplorable, aberrante, vergonzante y deleznable.


El hombre y las compras.




No es la intención de esta columna criticar la forma de vestirse del andrógino actual, eso lo dejamos para próximas entregas. Hoy vamos a analizar el comportamiento del andrógino actual cuando va al shopping, a la feria o a cualquier otro lugar donde se vende vestimenta y su comparación con la conducta masculina.

El HOMBRE, ese que va camino a extinguirse, rara vez concurría a alguno de esos lugares. Las pocas excepciones eran cuando había que hacer las compras escolares o navideñas o similares, donde el hombre concurría para evitar que el resto de la familia le detonara el presupuesto familiar con compras innecesarias.

Cuando el hombre tenía que comprarse una camisa le decía a la mujer de la familia, que tanto podía ser la esposa como la madre, la abuela, la hermana o la hija. Lo mismo podía decirse de cualquier otra prenda de vestir aunque quizás debemos exceptuar el calzado. Inconcebible resultaba para cualquier hombre, que se preciara de poseer un mínimo de virilidad, comprarse el mismo las medias. Mucho menos, aun, la ropa interior.

La mujer de la familia ya sabía que talle y color de camisa, pantalón, sweater o lo que fuera eran del agrado del hombre. Y, reconozcámoslo, tampoco había una gran variedad donde elegir. El HOMBRE no era un consumidor, no era un nicho de mercado, no era alguien a quien se le podía vender una moda un año y al otro año hacerlo sentir como un ridículo con la misma ropa.

Pero lo más importante, un hombre, un verdadero hombre, miraba una vidriera 3 minutos, entraba al local y decía quiero esto. Punto. Ya está. Ces’t fini. Sanseacabó. No había tu tía, comprar era un trámite que había que despachar lo más rápido posible y el hombre tenía bien claro que era de su agrado y que no. Con los zapatos podía demorar algunos minutos más probando si los sentía cómodos, pero jamás, JAMAS, demoraría más de 2 minutos en decidir cuál era el modelo que le gustaba.

El andrógino y las compras


El andrógino sale de compras. Ya decir esto alcanzaría para la mayor de las censuras y podríamos cerrar acá esta entrada, pero esto es el comienzo de una serie de actitudes que en cualquier dama seria comprensibles y hasta tolerables mas no en un hombre.

El andrógino sale de compras como quien va al cine, al autódromo o a un partido de futbol. Lo disfruta, es un paseo. Un hombre común y corriente ante la pregunta de su cónyuge ¿Vamos al shopping? Contestaría con un NO rotundo o, a lo sumo, con un “Te llevo y te espero afuera”. El andrógino actual es quien formula la propuesta!!!

El andrógino puede pasar 2 horas recorriendo vidrieras, comparando precios, diseños y colores. Camina, comenta, compara y vuelve a la vidriera de la otra punta para sacarse una duda. El andrógino sabe lo que se usa, lo que se va a usar y lo que ya es demodé pero en el momento de comprar duda. Se prueba una dos tres cuatro cinco y más prendas. Se mete dentro del vestidor y sale con las prendas para preguntarles la opinión a quien lo acompaña y al vendedor. Se alquila el vestidor durante media hora, no se decide, piensa en las posibles combinaciones. Y puede llegar a salir de la tienda sin comprar nada porque nada lo logro convencer y sin sentir el más mínimo atisbo de vergüenza frente al vendedor a quien hizo perder media hora y cinco clientes.

Después de un sinfín de dudas y deliberaciones toma la decisión de comprarse la camisa, el jean o la “CHOMBA” y ahí comienza un nuevo martirio para el vendedor. El andrógino quiere esa prenda pero en otro color y en un talle más chico. Su talle es el 44 pero él insiste que es un 40. El vendedor iluso intenta convencerlo de que ese no es su talle. El vendedor experimentado vuelve con la prenda que el andrógino solicito luego de haberle arrancado la etiqueta del talle y asegurando que lo que trae en las manos es un 40 como pidió el andrógino. El andrógino lo mira con desconfianza, compara el tamaño de las prendas, el vendedor se la entalla por encima del resto de la ropa afirmando que es más corta de hombros o de cintura, el andrógino se convence porque es eso lo que quiere oír aunque en el fondo sabe que no es cierto…pero suena tan bien.

El andrógino sabe cuál es el color de moda del bóxer, el andrógino cambia el guardarropa todas las temporadas, el andrógino dona su ropa con 5 posturas.

El andrógino es capaz de comprar un reloj swatch dorado y decirle al vendedor “No me gusta pero es lo que se usa. Me lo llevo” (Caso real)

El andrógino es capaz de solicitar unos championes que cualquier mortal percibe que son de dama pero pide número 43. (Caso Real)

El andrógino es más difícil de atender que una adolescente femenina. Su pardaflorismo alcanza niveles impensados.

Peor aún puede ser sus gustos para vestirse. Lo dejaremos para alguna próxima entrega.

 


Si usted se siente identificado por las actitudes descriptas, por favor haga algo!!! Vaya a terapia, opérese los genitales o solicite la lobotomía. No siga avergonzando al género masculino.


2 comentarios :

No a la reforma agraria dijo...

Ud no sospecharia de tanto conocimiento del "metro sexual", y con datos fidedignos???, sera que ahora se le da al compañero por acompañar a su novio al shopping????

pequebu dijo...

Yo soy bien macho. Jamás acompañaria a nadie al coso ese. Se ve que usted sabe de eso. Me contaron